La fiesta del Corpus es una solemnidad “moderna” de la liturgia cristiana. Se estableció de forma definitiva en el siglo XV. En origen, era una festividad religiosa que no sólo la organizaban las autoridades eclesiásticas, también participaban las entidades locales y civiles (ayuntamientos y monarquía). Por ello se mezclaba lo religioso, con lo institucional y lo popular. Era una de las fiestas de mayor colorido de la ciudad. El espacio procesional era la calle, que se consideraba como un teatro y se decoraba.

Los edificios se engalanaban, se cubrían con tapices y se instalaban toldos para proteger del calor a los participantes y asistentes. El Ayuntamiento se encargaba de costear las flores, las velas y los toldos. El recorrido de la procesión se organizaba siguiendo las indicaciones de las autoridades y detallando los lugares donde se hacían las paradas para que las instituciones que tenían su sede muy próxima pudiesen preparar un altar que permitía un momento de oración y contemplación.

Todos los estamentos participaban en la procesión. Se medía el orden, pues el protocolo era esencial no solo para los cargos civiles sino incluso para las hermandades o los gremios que, dependiendo de su categoría, iban al principio o al final de la procesión. La fiesta fue poco a poco modificándose y, a finales del siglo XX se convirtió en una solemnidad puramente religiosa, aunque en muchos lugares siguen participando las autoridades civiles.

Con la reforma litúrgica, el famoso refrán tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de La Ascensión” quedó obsoleto, dado que dos de las solemnidades se trasladaron del jueves al domingo y el Corpus pasó a celebrarse el domingo posterior al de la Santísima Trinidad que es el siguiente a Pentecostés.

Poco a poco se fueron reformando algunos aspectos de la procesión y se incorporaron algunos nuevos como los niños que han recibido ese año la primera comunión y que se encargan de tirar pétalos de flores para alfombrar la calle.

En España, Toledo es sin duda el lugar por excelencia para ver una procesión del Corpus. La ciudad mantiene las tradiciones, se engalana la calle y todos los estamentos participan de la misma. Cierto es que Sevilla también es asombrosa y en ambos lugares se celebra el jueves pues se acogen al calendario hispano-mozárabe.

Alpedrete mantiene la tradición y el Cuerpo de Cristo procesiona por las calles de la localidad. Los últimos años la Hermandad del Santísimo Sacramento y Santo Cristo se ha encargado de costear una alfombra de flores en la plaza del Ayuntamiento y diferentes hermandades y grupos parroquiales participan con la colocación de altares por todo el recorrido en los que el Santísimo realiza una breve parada de oración. Los niños que han recibido la primera comunión continúan acompañando al Santísimo y tirando pétalos de flores.