Duerme, mi pequeño duerme, que cuando despiertes serás Tú la vida.

El próximo domingo 3 de diciembre comenzará el Adviento que marca el comienzo del año litúrgico. Este año el tiempo será más corto de lo habitual, 22 días, y culminará el cuarto domingo coincidiendo con el 24 de diciembre, víspera de la Navidad.

Adviento procede del latín y significa “venida”, es un tiempo de espera, de preparación para la llegada del Señor. En el catecismo de la iglesia católica se afirma que en el Adviento “la Iglesia actualiza la espera del Mesías “, y la corona de Adviento, es el símbolo que nos recuerda esa espera. 

Esta corona está formada por cuatro velas que se van encendiendo cada domingo de una en una, recordándonos que la luz se abre paso en medio de las tinieblas, esa luz es Jesucristo que nos acompaña. Este tiempo litúrgico no debe pasar desapercibido ante la impaciencia por la llegada de la Navidad, y la iglesia nos invita a recorrer un camino hacia la verdadera alegría.

El color morado adquiere presencia en el altar, las velas, la vestimenta de los sacerdotes y representa esa espera, la preparación y la penitencia.

El tercer domingo de Adviento, también es conocido como el “domingo gaudete” o domingo de la alegría porque es la palabra utilizada en la antífona de entrada de la Misa “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca” (Flp 4, 4.5).

Los calendarios de Adviento son un recurso muy comercial en esta época que ayudan a las familias a recorrer estos días. Propósitos, proyectos y oración se pueden incluir en los calendarios con los chocolates o premios que lo acompañan, y recordarnos que estas semanas nos preparan para acoger al Señor en nuestro corazón.  

Nana de Adviento

Duerme, mi pequeño duerme,
que cuando despiertes ya se pone el día.
Sueña, mi pequeño sueña,
que cuando Tú nazcas nace la alegría.

Mira la hermosura
que ha puesto en mi vida, mi Señor.
Y es que desde mis entrañas
salen los latidos de mi Salvador.

Duerme, mi pequeño duerme,
que cuando te mire te daré la vida.
Sueña, mi pequeño sueña,
que cuando me mires me darás la mía.

Niño, eres la locura del Dios de la ternura
que da su corazón.
Siento que llevo la esperanza
saltando en mis adentros, 
gozando en mi interior.

Duerme, mi pequeño duerme,
que cuando despiertes serás Tú la vida.