Quiteria, hermana y amiga
Año 1986, finales de julio. En medio de un calor de justicia, con mi casa a cuestas, a modo de caracol, y mis tres hijos pequeños, de 8, 6 y 2 años, llegué a Alpedrete siguiendo el trabajo que mi marido, gracias a Dios, había encontrado en este pueblo. Y una tarde sofocante me encontré …